Un poco de aire fresco[Libre]

Mizuhashi había empezado el día como un Elfo normal; se había levantado lentamente, como si el tiempo le sobrara. Había desayunado un baso de zumo, y eso no era muy común en ella, tal vez ese día fuese especial.
Y lo era. Después de la clase de Esgrima le tocaba la más preciada asignatura por ella, Magia de invocación. En esa clase había aprendido prácticamente todo lo que sabía sobre la magia, pero algunas cosas las conocía gracias a las clases de Magia de Luz.
Hoy les habían enseñado a invocar Trasgos; unos pequeños monstruitos de piel musgosa por las piernas, brazos y cabeza, aterciopelada con un color verde mar por el pecho y el mismo marrón de las rocas y troncos de los árboles para la piel característica de los Trasgos en la planta de ambos pies y en las palmas de las manos, la cual era bastante rugosa al tacto. Había prestado muchísima atención a las instrucciones del profesor, pues los Trasgos eran de mucha ayuda en un momento de desventaja. Después de eso había decidido salir a la azotea, desde allí se visualizaba con perfección todo el bosque que se alzaba a su al rededor, y un poco más allá habían unas colinas que ocultaban otro bosque; este más pequeño y no tan aromático como el que ellos podían disfrutar, pero aún así tenía su encanto debido al musgo que crecía en él, y que por ello a los Trasgos les gustaba tanto.

Dejando sus pensamientos de lado, dejó sus cosas en su taquilla y subió a toda prisa a la azotea. No sólo quería visualizar aquellas colinas, así como el bosque, si no que quería tratar de invocar a un pequeño Trasgo. Sabía de sobra que no le hacía falta en ese justo momento la presencia de algún Trasgo, pero tampoco perdía nada, sólo quería comprobar que lo seguía todo al pie de la letra y que acabaría dominando aquella habilidad que había desencadenado en su interior.

Una vez arriba se colocó en la parte de atrás, no se había enganchado aún a la barandilla de la azotea cuando vio a alguien sentado en uno de los rincones de la azotea. No parecía muy atento a lo que sucedía a su al rededor, lo cual era una ventaja para Mizuhashi, nadie la interrumpiría, por lo menos no de momento.

Aún sabiendo la poca atención que el chico mostraba a "otras cosas" no efectuó ningún hechizo de invocación ni nada por el estilo, simplemente se digno a esperar a que se percatara él de su presencia, de todos modos le resultaría incómodo hacer algo como lo que planeaba sintiéndose observada.